El fatídico final de las toallitas húmedas

ToallitasLas toallitas húmedas han pasado de ser un artículo de uso exclusivo para bebés a ser empleadas por todos los miembros de la familia, ya sea para limpiarse las manos o la cara, considerándose un producto más para mantener la higiene personal. Si bien se puede estimar que su uso proporciona una sensación muy agradable y recomendada, el destino final que le damos a las toallitas tras ser utilizadas no resulta tan atractivo.

Existe la insana y muy extendida costumbre de usar el inodoro como si fuera una máquina de triturar con capacidad para absorber y tragar todo tipo de cosas. Restos de comida, papeles, compresas, plásticos y, por supuesto, las socorridas toallitas húmedas. Una práctica que ocasiona multitud de problemas en las tuberías y desagües.

Aunque existen en el mercado paquetes de toallitas húmedas que incluyen en su etiquetado la simbología de desechables, la realidad es que no se degradan en el agua del mismo modo que el papel higiénico y provocan obstrucciones y atascos constantes. Por eso, pese a la indicación de que pueden ser arrojadas por el váter, lo adecuado sería utilizar una papelera.

Las toallitas húmedas, al no deshacerse tan rápido, se acumulan y, junto con otros restos y desechos, van creando obstáculos de cierta solidez que hacen que el agua no fluya debidamente y se formen taponamientos cuyas consecuencias no suelen ser muy agradables.

AtascoEl problema se detecta siempre tarde porque la prevención pasa únicamente por ser consciente de que no se pueden tirar por el retrete ciertas cosas, como las toallitas húmedas. Los efectos de estas conductas pueden llegar a ser muy desagradables, ya que los atascos hacen que el agua y todos los desechos realicen el camino inverso y acaben por rebosar por el primer hueco que encuentran, ya sea el fregadero, el sumidero o el propio váter. En otras ocasiones, se puede producir un reventón de las tuberías afectando a uno o varios vecinos, con filtraciones de agua o humedades y, por supuesto, con fuertes olores nada agradables.

Ni qué decir tiene que el desatasco y/o la reparación de los daños, conlleva un coste y una incómoda y molesta solución para los vecinos perjudicados, por lo que es conveniente contar con un seguro comunitario que cubra este tipo de incidencias. Aunque es preferible hacer caso al sabio refranero popular y tener en cuenta que más vale prevenir que curar.